Artículo de Cayo Lara, coordinador federal de IU
La abdicación del jefe del Estado es un hecho de amplia trascendencia histórica. Ante ello, Izquierda Unida plantea la necesaria convocatoria de un referéndum entre Monarquía y República o, lo que resulta similar, entre Monarquía y Democracia. No somos súbditos sometidos bajo un derecho de sangre anacrónico e incomprensible en un país avanzado ya bien entrado el siglo XXI. Somos ciudadanos y ciudadanas libres.
Ese referéndum debe ser el inicio para desarrollar un proceso constituyente. No es otra cosa que dar los pasos para construir un nuevo proyecto de país. Este proceso debe incluir participación decidida, democracia y derechos sociales; derechos reales al trabajo, a techo, a la educación, a la salud, en definitiva, a una vida digna.
Juan Carlos de Borbón ha llegado hasta aquí tras un deterioro profundo de la Corona. Al anacronismo histórico que supone el sistema monárquico ya señalado, que hoy no encuentra justificación alguna, hay que añadir las prácticas presuntamente corruptas de miembros de la familia real, así como otras de intermediación poco claras de su máximo representante, además de la opacidad y falta de trasparencia que ha caracterizado a esta institución en las últimas décadas.
Todo ello se ha producido con la innegable protección y complicidad del PP y del PSOE durante su alternancia en el Gobierno. El rey ha sido uno de los principales soportes del bipartidismo y esto lo vamos a ver en breve con claridad durante la tramitación legislativa de la ley orgánica de abdicación.
La decisión de abdicar precisamente ahora tiene mucho que ver con el deterioro del sistema bipartidista, que se ha hecho mucho más evidente tras las Elecciones Europeas. PP y PSOE han sumado menos del 50% de los votos del conjunto de las candidaturas y han quedado al borde del 20% del total de electores.
Para justificar el soporte de PP y PSOE al intento de nueva transición monárquica ya se han acuñado conceptos como el de la necesidad imperiosa de seguridad y estabilidad. Es un argumento falso más. En una sociedad asolada por el paro, la desigualdad social, la corrupción y un sistema productivo perverso que las fuerzas del sistema son incapaces de cambiar, resulta políticamente indecente vincular la estabilidad a la voluntad individual de una persona sin respaldo democrático. La estabilidad se asegura a través de la profunda conciencia democrática de nuestro pueblo.
La soberanía reside en el pueblo y no en el rey. Por eso desde IU adoptaremos una actitud consecuente en nuestro voto parlamentario y estaremos en primera fila en la movilización democrática para ejercer esa soberanía.
Es la hora, como decía Allende, en la que el pueblo se pasee por las amplias alamedas que conducen a un futuro de esperanza. Creemos en un nuevo proyecto de país fruto de un proceso constituyente en el que la voz, la palabra y la decisión correspondan a ese mismo pueblo. Entre ellos están también esos millones de personas nacidos después de 1963 que no tuvieron la posibilidad de votar la Constitución vigente.